Estamos en la que fue casa de la abuela de Juan, Amonaria, un hotel sencillo rigurosamente fiel al estilo de las casas extremeñas, con su patio con palmera, sus estancias abuhardilladas en planta alta, su sala de tinajas de aceite… y fiel a los nuevos tiempos, con un salón de baile que da gloria verlo. Y es que Juan y Cruz son profesores de bailes de salón, y dan a la Posada un ambiente de fiesta en cada clase que tomamos con ellos, una experiencia divertida y sensorial. Se suma a la casa un telescopio, porque aquí hay mucha ciencia -Juan es profesor de física y de astronomía- y por las noches nos invitan a descubrir el mar de estrellas. Los cielos de Cáceres son limpios, y la observación muy aceptable.
Que no llegue a la Posada el buscador de otros lujos que el silencio, el sonido de gorriones y tordos en la palmera, el crepitar de la chimenea, los desayunos con pan de leña y bollería local. Estamos en una gran casa de pueblo y en las puertas de los valles del Jerte,La Vera y del Ambroz, que es mucho.