El Hotel

Es un ejercicio de maestría, y hasta una muestra de respeto al patrimonio, acometer la segunda vida de un edificio histórico en ruinas. En Olmedo, en la llana Tierra de Pinares, Castilla Termal da otra prueba de compromiso con el entorno recuperando para el disfrute de todos el antiguo edificio del convento mudéjar del siglo XII y la surgencia de aguas termales de su finca para crear su segundo hotel, un homenaje a las aguas en un marco histórico. Y un placer para los sentidos, con otra muestra de buen hacer en el restaurante gastronómico del hotel, una de las mejores mesas de la provincia.
Las aguas presiden el ambiente. De camino a nuestra habitación contemplamos la gran sala termal bajo techo de cristal, y desde nuestra ventana, la piscina exterior y el pozo original que nos presta el líquido elemento. Un privilegio el masaje en el jardín, en un recoleto espacio cerrado por paredes de gasa que dejan pasar la luz y el calor, un rincón zen, un momento para el recuerdo.
Otra experiencia para repetir ha sido el cuenco de frutas frescas cortadas y chocolate fundido que nos esperaba en la suite, acompañadas de un brut nature. Un detalle notable para una noche especial.
Nuestro rincón favorito está en el techo de la gran sala que hace de vestíbulo y área de lectura y reunión. Es restauración del trabajo original en escayola de la nave principal de la iglesia del convento. Lo dicho, segunda vida para un espacio de culto. Hoy culto por los sentidos, la buena cocina, las aguas termales, culto por nosotros mismos, dicho con falso recato.