Levantar un hotel con encanto en tres niveles de una estrecha cárcava tiene mucho mérito. Andrés y Rosa lo han conseguido, y nos sentimos bienvenidos a este pequeño hotel de montaña, en Sierra Espuña, el techo de Murcia, donde nos cuidan. Son cejos las grandes bolas de piedra que salpican el paisaje de esta sierra murciana. Y al abrigo de uno de ellos se emplaza, como su nombre adelanta, Bajo el Cejo. El espacio del hotel se distribuye en tres alturas, desde el fondo de la cárcava en que se ubica hasta su parte alta. Abajo, el que fue molino, con habitaciones, sala de reuniones y salón, con una breve parcela de naranjos a cuya sombra se leen mejor los libros. Aquí no hay más ruido que el viento en las hojas, si llega el viento. A media altura nos sorprende una coqueta piscina infinity-pool, y en la parte alta el cuerpo central del hotel, con la recepción, el salón también con chimenea, espacio de comedor para los desayunos y varias habitaciones. Modernas por decoración y clásicas por materiales, barro en el suelo, madera en el techo.
Sierra Espuña no es una montaña abrupta, sino abordable por casi cualquier amante del senderismo. Un paisaje de paredes calizas y matas de lentisco, adelfas en los fondos de barranco. En el aire chovas y ratoneros, aves singulares de las discretas montañas del sureste. Estamos en tierra de cocinas de puchero, de verduras divinas y embutidos varios. Podemos catar todo ello sin salir del hotel. O escapar por los pequeños pueblos que rodean la sierra o besan el Segura en su curso medio.
Asomados a la ventana de nuestra habitación contemplamos la piscina a nuestros pies y más abajo el fondo de la cárcava y su chorrito de manantial en temporada de frios. Ambiente rural de siglos que contrasta con una decoración exquisitamente funcional que nos encanta.