En Granada, en el barrio de El Realejo, a la sombra matutina de la Alhambra, somos huéspedes del antiguo hospital de los peregrinos a Santiago en el Camino Mozárabe. Nadie diría que este edificio precioso del XVII pudiese ser testigo de tanta historia, y así, en un espacio onírico, hemos sabido de esta ruta a la ciudad del Apóstol de la que nadie nos había hablado. A Santiago desde tierra mora. Gar-Anat es antiguo nombre de Granada, y la estructura del edificio es al tiempo antigua casa noble andaluza y patio de corrala del Siglo de Oro, al que se asoman las puertas de las habitaciones. Sus estancias son un tributo al mundo de la escena, y llevan nombres de obras y personajes de Falla, García Lorca o Amin Maalouf, que hasta decoran con versos las paredes. En planta baja, un recoleto salón con chimenea, una fuente que pone rumor al espacio y un patio exquisito en el que el hotel organiza periódicamente conciertos de piano, recitales de cante o poesía y teatro de marionetas. En el sótano, con techos abovedados, el comedor de desayunos. El diseño de las habitaciones es un ejercicio de diversión, y el patio un espacio de armonía. Es fantástico coincidir con alguno de los actos culturales que organiza el hotel. Un recital de piano para unos pocos es un privilegio. De ese patio surge un árbol de acero en cuyas ramas brotan hojas que los clientes dejan con pensamientos de su estancia en Granada: “Hasta pronto, Gar-Anat”.