El Palacio de Vila Viçosa, residencia de los Duques de Braganza, últimos reyes de Portugal, dejó su impronta en el estilo de las grandes -y pequeñas- casas de la región, que heredaron el gusto por los frescos multicolores en sus paredes. Borba luce algunas de esas casas, y Terreiro do Poço es uno de sus ejemplos notables. De hecho es edificio catalogado del Inventario Artístico de Portugal.
Joâo y Rita nos acogen en este hotel horizontal, en la Calle de los Anticuarios, que se organiza en torno a un jardín mediterráneo, la piscina y el edificio del comedor. Varias estancias se dotan de elementos decorativos asiáticos, que combinan bien con un entorno del XIX. Destaca la enorme suite real, con sus alacenas con tibores en el gran salón. Las habitaciones clásicas, con esos frescos característicos, son mágicas, y nos transportan a un Portugal romántico, como todo el hotel.