La Aldea de Couso estaba abandonada cuando Jose María Galán visitó este precioso nacimiento del río Limia. Enamorado del lugar decidió comprar las casas a sus propietarios y convertirlas en hotel mediante una rehabilitación integral de los edificios, impecablemente conservados en su estilo original. Catorce casas, incluido el ayuntamiento, albergan un total de 22 habitaciones en torno al curso del río. Se han reconstruido el horno de pan, en su edificio de piedra, y el molino de agua. Y el acceso de vehículos está prohibido, por lo que desde el parking podemos circular por la aldea sin sorpresas, por un ancho camino pavimentado que recorre el conjunto.
Desde muchas habitaciones escuchamos el rumor del Limia, que por la noche es arrullo. Habitaciones luminosas, con madera y tonos naturales, tierras y verdes, algodón egipcio y ventanas generosas.
Estamos junto al Camino de Santiago y se nota en el ambiente. Damos un paseo hacia las fuentes del río y contemplamos la aldea aguas abajo. Los peregrinos siguen la traza de Santiago y, mirando a poniente, nos sentimos cerca del Finis Terrae.