El Hotel

Hay algo de nobleza vasca en este edificio que combina elementos de la arquitectura propia del caserío con elementos… de Indonesia. Queremos decir que los propietarios, enamorados de aquellas islas, formalizaron ese cariño de ultramar compartiendo a partes iguales el ambiente de su hotel, que es su proyecto de vida, una amable dicotomía de Euskadi y de la Isla de Java. Proyecto de vida reciente y de éxitos cosechados, porque la familia que nos acoge sabe mucho de bien recibir. Lo constatamos en la acertada distribución de espacios para un tiempo de lectura, para una cena evocadora, para el disfrute de una copa sibarita o de un relax entre aguas. Nada es casual, se ha elegido bien las maderas, se ha recreado un bar inglés que es una joya de coleccionismo, por estilo -labrado a mano, madera noble- y por etiquetas multinacionales -. Junto al restaurante, la bodega, completa en demasía para un hotel de pocas habitaciones, es un termómetro de compromiso con la calidad. El spa ocupa un edificio en madera anexo a la entrada principal, con grandes ventanales. Y en el jardín, con vistas al macizo del Gorbeia, un Yoglo espectacular, también en madera labrada por artesanos indonesios, es un cenador privilegiado rodeado de prados y bosque. Las habitaciones son impecables, todas ellas con hidromasaje, en ambiente clásico, y las cuatro suites en planta baja con terraza, salida al jardín y vistas al parque natural de Gorbeia, tienen baños con jacuzzi para dos, muy bien equipadas, y separadas sus terrazas por vidrieras de tiffany. En conjunto, un hotel de calidad y de ambiente muy personal.